Belmond La Residencia

Nuestras reseñas

Hay muy pocos exteriores de hoteles tan discretos como La Residencia en Deià. El diseño es tan ingenioso que desde la carretera apenas se pueden ver los edificios. Incluso desde las encantadoras terrazas de la iglesia de Sant Joan Baptista, a unos pocos cientos de metros en el lado opuesto, no es obvio que haya un hotel en ese espacio. La sutileza del diseño, la piedra nativa, todo cuidadosamente contorneado con la geografía ha permitido que el desarrollo crezca alrededor del núcleo de las dos casas solariegas originales del siglo XVI, sin impactar el paisaje. Las habitaciones están conectadas por pasillos ocultos y ascensores, y un laberinto de senderos de piedra y escalones serpentean a través de hectáreas de hermosas piscinas y jardines llenos de olivos y cipreses.

El pueblo de Deià se encuentra en las laderas del borde occidental de la Sierra de Tramuntana. Esto le da a La Residencia una vista espectacular del océano abajo. No es sorprendente que la influencia artística de este pueblo, patrimonio de la humanidad por la UNESCO, se sienta en todo el hotel donde se pueden encontrar más de ochocientas obras de arte. El Café Miró solo tiene más de treinta pinturas originales cuidadosamente seleccionadas de Joan Miró colgadas en las paredes, cada una posicionada para crear una sensación de estar en una exquisita casa en lugar de una galería de arte.

Hay 71 elegantes habitaciones y suites de varios tamaños y aspectos, y una villa de lujo con 3 dormitorios de autoservicio, todas exquisitamente decoradas con camas con dosel, arte fabuloso y textiles finos. La mayoría tienen terrazas que ofrecen vistas de las montañas y el mar y algunas tienen sus propias piscinas de inmersión. Los baños son espaciosos y sofisticados con productos de baño encantadores, duchas a ras de suelo, lavabos para él y ella y una bañera en la que disfrutar después de un día ajetreado o no tan ajetreado.

Hay cuatro restaurantes en La Residencia. Para comenzar el día, Son Fony está ubicado con vistas a la piscina principal donde, sinceramente, puedes pedir o elegir prácticamente cualquier cosa que desees, desde pasteles frescos hasta jamones ibéricos, quesos locales, huevos orgánicos a la carta, todo complementado con productos locales frescos y conservas caseras. El restaurante de alta cocina El Olivo ofrece menús de degustación, a la carta y vegetarianos en un impresionante edificio antiguo que solía albergar la prensa de aceite. Café Miró es para cenas más informales entre las obras de arte o afuera en una maravillosa terraza con vistas a Deià. El restaurante junto a la piscina, un poco menos formal, ofrece almuerzo y cena en una ubicación al aire libre junto a la piscina.

Para complementar los restaurantes, puedes elegir entre varias otras experiencias culinarias, incluido un clásico 'Té con Miró' servido en exclusiva porcelana de Miró.

Las magníficas instalaciones del hotel significan que muchos huéspedes no se alejan del entorno mágico de La Residencia. Sin embargo, hay varios buenos restaurantes locales a un corto paseo si deseas un cambio o algo más simple.

El encantador spa incluye una piscina cubierta, jacuzzi, sauna, baño de vapor y salas de tratamientos. Para los más enérgicos hay un gimnasio totalmente equipado y dos canchas de tenis con un entrenador de tenis residente. El hotel también ofrece varias actividades planificadas, incluida una exclusiva ruta de burros por la finca, una gloriosa caminata entre antiguos olivares en terrazas con burros residentes, seguida de un picnic de platos tradicionales mallorquines en el refugio de un pastor. Hay un artista y escultor en residencia por si te apetece mejorar tus habilidades artísticas.

Si deseas cinco minutos de paz, hay un club infantil para entretener a tus pequeños con muchas actividades variadas, y luego puedes escapar a la piscina solo para adultos.

Nada de lo anterior sucedería sin el fabuloso personal. Nada es demasiado problema y se cuida mucho en crear un ambiente cálido y hogareño. No es de extrañar que los huéspedes regresen una y otra vez a La Residencia, que es verdaderamente un oasis de encanto rústico.

Stephen Brown