Sugar Beach, a Viceroy Resort

Nuestras reseñas

Anteriormente propiedad de Lord Glenconner (antes de trasladarse a Mustique), Sugar Beach ha estado en manos de la familia Myers durante los últimos años y ha experimentado una inversión enorme. Esto es evidente en toda la propiedad donde la palabra clave tiene que ser “lujoso colonial chic”. Las habitaciones y suites están repartidas por los extensos terrenos en cabañas estilo plantación; algunas están junto a la playa, otras están en la empinada colina que roza la selva tropical detrás. Cada una está lujosamente equipada y rodeada de exuberantes jardines tropicales. La decoración y los muebles completamente blancos son simplemente impresionantes y las camas son, sencillamente, las más cómodas que encontrarás en cualquier lugar. Los baños continúan con el tema con bañeras con patas de estilo victoriano y enormes duchas separadas. Todas tienen patios privados y todas tienen piscinas privadas. Sin olvidar que todas también vienen con su propio mayordomo privado, que se puede llamar a cualquier hora a través de su móvil dedicado. La administración ha pensado en todo: incluso hay traslados (organizados por el mayordomo, por supuesto) para llevarte a cenar, a la playa, al spa, a las canchas de tenis…..Esto podría sonar muy adulto, pero Sugar Beach también es completamente apto para familias. El alojamiento es flexible y funciona muy bien para adultos y niños por igual. Además, hay clubes infantiles gratuitos que atienden a todas las edades ofreciendo una amplia gama de actividades desde ping pong hasta paddleboarding y búsquedas del tesoro. Hay varias opciones gastronómicas, incluyendo casual frente a la playa, alta cocina en lo que fue la casa de plantación original (aquí descubrirás el suelo de madera antiguo y el candelabro original todavía en su lugar) o sushi en el Cane Bar (¡también hacen grandes cócteles aquí!). Sin embargo, la pieza de resistencia tiene que ser la ubicación de Sugar Beach. Está enclavado entre los dos icónicos Pitons y las vistas son simplemente impresionantes.

Sarah Empson