Un pueblo en la colina con techos rojos a solo 45 kilómetros de la histórica Cáceres, Trujillo es simplemente espectacular. Con una de las plazas más impresionantes de toda España, esta es una ciudad llena de historia y una elección perfecta para unas vacaciones centradas en la cultura o una escapada de fin de semana desde Madrid. Nuestra selección de los mejores lugares para alojarse en Trujillo refleja el rico patrimonio de la ciudad y está bien ubicada para disfrutar de las vistas a pie.
Comienza tu exploración en la Plaza Mayor de Trujillo, bordeada de edificios renacentistas y barrocos decorados con intrincados detalles, muchos de los cuales están coronados con torretas de piedra y cúpulas. Parte de la Ruta de los Conquistadores, la imponente estatua de Francisco Pizarro y el Palacio de la Conquista del siglo XVI, construido para el hermano e hija de Pizarro, son recordatorios permanentes de las conexiones de la ciudad con el Nuevo Mundo. Pasea por callejuelas estrechas, entra en tiendas artesanales o disfruta del sol en un animado café.
El dorado Castillo de Trujillo se asienta en lo alto de la ciudad y promete vistas mágicas del campo circundante. El castillo tiene orígenes islámicos del siglo X, ofreciendo nuevamente una visión más profunda del complejo pasado de Extremadura. Los aventureros al aire libre deberían aventurarse en el Parque Nacional de Monfragüe para hacer senderismo, montar a caballo y excursiones en bicicleta de montaña, antes de regresar a relajarse en uno de los mejores lugares para alojarse en Trujillo.
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Trujillo (Trujillo)
Un hermoso pequeño hotel, anteriormente una casa señorial del siglo XV llena de historia. Solo cinco encantadoras habitaciones, un precioso salón, un bonito jardín amurallado y una fantástica piscina para refrescarse. Un lugar íntimo para relajarse completamente. Muchos sitios históricos interesantes en esta ciudad medieval.
Trujillo (Extremadura)
Una tranquila casa de huéspedes en el campo de Extremadura, a 15 minutos de Trujillo. El ambiente es de lujo relajado con toques rústicos, como el antiguo lagar de piedra en la sala de estar. Los huéspedes pueden relajarse junto a la piscina de agua salada o disfrutar de un desayuno hecho con productos del jardín. Un viaje al pasado.
